La piedra seca en Cataluña
El litoral y prelitoral mediterráneo son una de las zonas del mundo con una mayor presencia de elementos de piedra seca. La durabilidad del material usado (fundamentalmente piedra calcárea) y la escasa vegetación espontánea de las zonas donde abunda (debido a la escasez pluviométrica) han contribuido a la conservación de muchas de estas construcciones: márgenes, barracas, cabañas de vuelta, balsas, etc. Por otro lado, la parte meridional de Cataluña, las Islas Baleares y el norte del País Valenciano, constituyen uno de los máximos exponentes de la piedra seca en el entorno mediterráneo.
La presencia de la piedra seca en Cataluña se manifiesta de una forma más tangible en el Camp de Tarragona, el Penedès, en los secanos de les Garrigues, el Urgell, el Segrià, la Ribera de Ebre, la terra Alta, el Empordà y el Montsià, entre otros.
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Valores en el paisaje
Las construcciones de piedra seca tienen un gran valor histórico y son un auténtico referente identitario en muchos territorios. En este sentido, han configurado a lo largo de los siglos unos paisajes agrícolas y ganaderos de gran valor dominados sobre todo por el olivo, la viña, el almendro y los cereales, completamente adaptados a los suelos y al clima.
Los muros de piedra seca, además de formar bancales o delimitar parcelas, constituyen ricos ecosistemas para muchas especies animales (insectos, invertebrados, anfibios, reptiles y pequeños mamíferos y también algunas especies de aves que los utilizan para anidar) y vegetales (helechos, líquenes y musgos).
La arquitectura de delimitación de fincas
A lo largo de la historia, muchas generaciones han extraído de los que serían campos de cultivo las piedras que impedían que se arara, así como el crecimiento correcto de las semillas. Estas piedras han servido para construir los márgenes y los muros de piedra seca, que protegen y limitan los campos y, en algunos casos, también las propiedades.
Márgenes
Los márgenes o muros de piedra seca ataludan los pendientes conformando los bancales o terrazas, y así se consigue ganar terreno cultivable en los lugares donde antes el pendiente lo impedía. Estas construcciones permiten frenar la corriente del agua de la lluvia, así como retener la humedad y prevenir la erosión. Los márgenes son el elemento más sencillo y a la vez el patrimonio más común de la piedra seca.
Márgenes de despedregar
Despedregar constituyó durante diferentes generaciones un trabajo que ocupaba las horas muertas y se traducía a menudo en la construcción de márgenes y paredes. De esta forma se convertían los terrenos en cultivables y a la vez se aprovechaba para dividir la propiedad, almacenar los pedruscos y, en terrenos inclinados, prefigurar los bancales o escalonamientos que a continuación se llenaban con tierra y pasaban a ser cultivo. En lugares con predominio de la arquitectura de falsa cúpula, la existencia de la cabaña o barraca también respondía a esta necesidad de desproveer el campo de piedras.
La arquitectura de piedra seca para la actividad agrícola y ganadera
Corresponden a construcciones que hacían la función de cubierta de herramientas y lugar de descanso. Los payeses las utilizaban cuando las herramientas del campo requerían permanecer allí más tiempo y para protegerse de las tormentas cuando las fincas estaban lejos del núcleo urbano. Si las dimensiones lo permitían, se utilizaban también como lugares de descanso para los animales de tiro. Con la irrupción de los tractores y los coches, estas construcciones han ido perdiendo la función original. Por otro lado, el borde de las cabañas y barracas suele ser el espacio de la finca elegido para ubicar los diferentes árboles de sombra que, por su mayor tamaño, han llegado a ser referentes de un paisaje dominado por coberturas vegetales de poca estatura.
Barracas de viña
Se trata del tipo de construcción más común en el Mediterráneo. En Cataluña lo encontramos en abundancia en las comarcas centrales, en el Camp de Tarragona y en todo el litoral. Probablemente la técnica para construirlas, el sistema de aproximación de hiladas, sea muy antigua. La técnica consiste en ir sobreponiendo las piedras horizontalmente sin pulir, allanadas, bien aparejadas entre si y con un ligero pendiente. La hilada superior se decanta hacia el interior, formando anillas de piedra de radio decreciente hasta la cúpula, que se cierra con una o varias losas. A veces, encima también se pone una capa de tierra y arcilla e incluso fijadores vegetales, como los lirios (Iris germanica).
Cabañas de vuelta
Son construcciones realizadas fundamentalmente a lo largo del siglo XIX en la zona de las Garrigues, el Urgell, la Segarra y la Terra Alta. Normalmente reconstruían sobre terreno en pendiente con hiladas consecutivas de sillares formando un arco de medio punto y con la fachada incorporada una vez concluida la vuelta. A continuación se añadia tierra natural para impermeabilizarla. En planta acostumbran a tener entre 15 y 30 m² de superficie, y una única puerta - ocasionalmente con un respirador encima - y sin ventana.
Cuevas muradas
Por cueva murada entendemos las cuevas naturales que se habían habilitado como estancias con el encaje de una pared de piedra seca por la parte exterior que presentaba un acceso y normalmente una salida de humos. En algunas zonas, encontramos cuevas muradas de una gran superficie que hacían la función de corral para los ganados.
Cabañas de teja
Denominamos cabaña de teja a las construcciones de planta cuadrada o rectangular de pared de piedra seca y cubierta de teja árabe a una o dos aguas. Su tamaño, aperturas, distribución y otras características son muy variables. Después de los márgenes, son los elementos de piedra seca más comunes construidos en el entorno del litoral peninsular entre finales del siglo XIX y los años cincuenta del siglo XX, época a partir de la cual empiezan a utilizarse materiales cerámicos.
Refugios o paravientos
Se trata de construcciones sencillas concebidas para protegerse del viento, formadas por una pared simple de piedra seca. Presentan formas diferentes - circulares, de herradura, cuadrados, rectangulares - generalmente con la entrada orientada al lado contrario de donde sopla el viento dominante. Se pueden encontrar aislados o adosados como una prolongación de la pared exterior de una cabaña o barraca.
Elementos de piedra seca para almacenar agua
En la cuenca mediterránea, con un régimen pluviométrico irregular y más bien escaso, es fundamental la disponibilidad de agua, sobre todo para las personas, los animales y las huertas. La piedra seca se erige otra vez como el método utilizado para la construcción de balsas o construcciones similares con el fin de aprovechar el agua de la lluvia.
Balsas
La balsa es un depósito rudimentario situado al aire libre y sin cubrir. Son de base llana circular con pared lateral en piedra seca, aunque en algunos casos la forma es cuadrada o rectangular. El sustrato de la base acostumbraba a ser de barro, material muy impermeable. Normalmente tenían un acceso interior mediante una escalera. Las escaleras servían para ir a buscar el nivel del agua cuando éste era más bajo y para proceder a la periódica limpieza de su fondo, donde iban a parar la suciedad e impurezas que el agua arrastraba. Para evitar la entrada de animales, se levantaba la pared de los alrededores de la balsa y, en algún caso, se cubría con una falsa cúpula.
Cisternas y aljibes
Las cisternas y aljibes son un depósito más reducido, avanzado y artificioso, constituido por una balsa enterrada de base cuadrada o rectangular y coronada por una especie de cabina, cerrada con una pequeña puerta metálica o de madera, donde una persona puede acercarse para recoger el agua del interior con un cubo. En las cisternas la balsa interior está excavada en el terreno o margen o bien aprovecha una concavidad natural de la roca o un vaciado hecho expresamente para ésta finalidad. El surtidor o cabina, parecido a la parte exterior de un pozo, presenta formas y técnicas muy diferentes que van desde una sencilla construcción de base cuadrada o rectangular en obra cerámica hasta una planta cilíndrica levantada en falsa cúpula, pasando por la planta troncocónica cubierta con losas y barro, entre otros. Prevé dos orificios: uno para la entrada del agua que se recoge en el exterior sobre la roca u otra superficie lisa y otro como rebosadero.
Cogullas
Las cogullas son un tercer tipo de depósito mucho más singular. Tienen forma normalmente rectangular y se excavan en la roca. Siempre se localizan en la parte baja de una superficie rocosa, más o menos amplia, surcadas por unos canales obrados sobre la piedra que vierten al depósito. Para evitar la evapotranspiración y la intrusión de animales, el hombre las cubría con una tapa metálica o de madera.