Suites de piedra seca
El viticultor Lluís Carsí, miembro de la cuarta generación de la bodega Vins de Foresta, localizada en L'Arboçar (en el Alt Penedès), buscaba desde hace años complementar la actividad del viñedo y la comercialización de los vinos. Hasta que fijó su atención en lo que tenía más cerca: las viejas barracas de piedra seca típicas de la Catalunya vinícola, utilizadas en su momento para guardar las herramientas del viticultor, e incluso para alojarse en ellas en tiempos de vendimia. Concretamente, se fijó en las construcciones levantadas en las montañas del Garraf, a 300 metros de altura. "Con la mecanización de las tareas del campo a mediados del siglo XX, las barracas quedaron en desuso, pero a pesar de que muchas de ellas han desaparecido y otras se encuentran en estado ruinoso, las hay que están muy bien conservadas". Desde hace algunos años están protegidas y hay voces que reclaman incluso que sean catalogadas como Bien Cultural de Interés Nacional, "dado que forman parte de nuestra cultura rural", explica Carsí. Para poner en valor estas construcciones, y ofrecer una nueva experiencia, Lluís Carsí pensó en hacerlas habitables para poder pasar en ellas una noche. "Se trata de descubrir una serie de sensaciones, de sentir la naturaleza y también sus olores, disfrutar de la tranquilidad y el relax, o experimentar el silencio, como en ocasiones lo hacían los propios agricultores". De aquella idea surgió la colaboración con las hermanas Inma y Fina González, con experiencia en el sector turístico y hotelero y buenas conocedoras de la zona, para poner en marcha un nuevo proyecto como extensión de la bodega. Los tres socios constituyeron la sociedad hace dos años y el pasado mes de abril ya tuvieron los primeros clientes. Las nuevas barracas, concebidas como una suite de hotel, están ubicadas en las viñas plantadas en terrazas con márgenes de piedra seca centenarios, y lo suficientemente separadas unas de las otras para no molestarse. "Uno de los mayores atractivos es que están situadas en medio de dos zonas, una de cultivo con variedades autóctonas del Penedès y otra forestal y montañosa, entre bosques de pinos y un entorno en el que dominan el tomilloy el hinojo", indica Inma González. La nueva propuesta, que han bautizado con el nombre de Barraques entre Vinyes, está acogiendo los primeros clientes, a pesar de que los promotores saben que se trata de un proyecto arriesgado. "Ya hemos conseguido que vengan a pasar la noche algunas personas. Gustan mucho a todos aquellos que valoran este paisaje de viñas, la tranquilidad, el silencio y el saber que es un lugar único, casi una especie de monumento", añade Inma González.