Meterse en jardines
Ya no se construyen catedrales. Lejos queda el tiempo en el que se hacían monumentos costosos por el mero hecho de tener belleza al alcance de la mano; el tiempo en el que los grandes proyectos no eran cuestión de licitaciones. Eran demostraciones de poder o de poderío artístico.
Probablemente una de las demostraciones más curiosas, hermosas y por ello perecederas, han sido los jardines históricos que se ocultan desperdigados por todo el país. Por suerte, muchos se han salvado y aún se pueden visitar, lejos de casi todo menos de una sombra agradable, un tratamiento cuidado y un monumento con vida propia.
Se trata de los jardines históricos. Hace ya tiempo, la oficina de turismo española (spain.info) listó varios de ellos, diez para ser exactos, que van desde el Jardín Botánico Atlántico de Gijón hasta el Campo del Moro de Madrid, sin dejar de lado el espectacular Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla.
Pero desde hace tres años existe un recurso mucho más enjundioso para organizarse, encontrarlos (pueden estar más cerca de lo que parecía) e, incluso, visitarlos sin moverse de casa: se trata de una iniciativa del Observatori del Paisatge, que en catpaisatge.net ha constituido un inventario de todos los jardines históricos y jardines botánicos nacionales, continentales e internacionales que pululan por la red, "tanto aquellos que son Patrimonio Histórico como otros que no cuentan con la debida protección".
El directorio está elaborado a partir de la experiencia directa, con escuetos textos, pero también (y sobre todo) a base de sus páginas web, que incluyen, en algunos casos, todo un recorrido por los jardines en sus momentos álgidos. Congelados en un tiempo distinto del actual, porque no hacen más que morirse, resucitar, cambiar y moverse. Pero siempre están ahí: invitando en una tarde de calor a meterse en jardines.