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72. enero-marzo 2022
Boletín trimestral del Observatorio del Paisaje de Cataluña
 
EL OBSERVADOR
 
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Paisajes fronterizos

Valerià Paül
Profesor de Geografía de la Universidade de Santiago de Compostela

Como es sabido, Tuan(1) propuso denominar topofilia y topofobia a los polos extremos de la relación afectiva y emocional que establecemos con el entorno. Tengo que confesar que he sentido topofobias profundas en Belén y Ciudad Juárez. En el primer caso, en uno de los tantos muros que, dentro de Cisjordania, Israel ha establecido ilegalmente para encapsular a varias ciudades palestinas e impedir la movilidad de las personas que viven en ellas; cruzarlo se convierte en un horror, incluso para los paseantes. A su vez, entre México y Estados Unidos, el gobierno de Washington ha ido erigiendo un muro penoso desde hace décadas ―no se trata de una ocurrencia reciente de Trump(2)―, con tramos especialmente escalofriantes como la jaula para el paso a pie (quienes están autorizados) del puente del río Bravo/Grande, entre las dos orillas de la antigua ciudad neohispana de Guadalupe del Paso del Río que, en 1848, la línea impuesta por el vecino poderoso partió. La materialidad de estas fronteras resulta tan implacable que los paisajes de resistencia que se esbozan pueden parecer enmudecidos(3).

La propagación de paisajes fronterizos de este tipo es disparatada. Según Ruiz et al.(4), el número de muros se ha multiplicado por más de sesenta desde los años 1970. Por supuesto, algunos son históricos e incluso han sido objeto de una intensa turistificación, como es el caso, por citar los más emblemáticos, de los lugares Patrimonio Mundial de las fronteras del Imperio Romano (declarado en 1987, incluye el Muro de Adriano), la Gran Muralla China (también en 1987) o las fortificaciones de Vauban (2008). Pero estas patrimonializaciones selectivas son excepcionales en la invisibilización general de los paisajes fronterizos que practicamos, hasta el punto que los borramos de nuestro registro personal y colectivo. Preferimos olvidarlos, interpreto, porque, al mirarlos, nos sentimos dolorosamente reflejados y nos escuece su ignominia.

Más allá de estos casos de paisajes empapados, histórica o contemporáneamente, de frontera, en el mundo hay fijados millones de hitos más discretos, no solo entre países sino también a otras escalas ―que alcanzan hasta los lindes entre propiedades rurales y sectores urbanos (con los barrios cerrados o gated communities en inglés, tan habituales: condominios en Chile, conjuntos o fraccionamientos en otros países latinoamericanos, etc.)―. Los marcos instituidos, visibles o invisibles, suelen comportar diferentes sistemas de gestión a ambos lados del límite, lo que da lugar a una disimilitud en el paisaje; por ejemplo, entre un espacio que es declarado protegido y su vecino, que no lo es. Pero esta diferenciación es antrópica, no natural. Así, caemos a menudo en la trampa de las «fronteras naturales», noción equívoca que, de acuerdo con Sahlins(5), se inicia en la Francia de Richelieu. Sin embargo, que una frontera se haga coincidir con un elemento natural no la hace nunca «natural»(6). Eso sí: no es casual que haya ámbitos fronterizos bien conservados, puesto que frecuentemente los estados-nación los entienden como fondos de saco en sus márgenes territoriales, de forma que la naturaleza se desarrolla libre y se produce «resilvestración» (rewilding), un término aparecido en los años 1990 tan de moda hoy en día(7). De hecho, no son pocos los parques transfronterizos ―parques para la paz (peace parks) cuando se han producido conflictos bélicos― que se sitúan en estos contextos(8).

Deseo subrayar, para concluir, la investigación reciente alrededor de la palabra borderscape, voz intraducible al español (¿fronteraje?) aparecida en 1996. Se trata de una estrategia investigadora que Krichker(9) sostiene que ha crecido exponencialmente en el último lustro y que se focaliza en el estudio de la interacción de la materialidad espacial de los paisajes fronterizos, tal como hemos revisado hasta ahora, con la imaginación y la experiencia. Dos muestras expresivas de lecturas en clave de borderscapes son, por un lado, la retoma de la memoria de la presencia del Couto Mixto ―una suerte de microestado entre Galicia y Portugal barrido a mediados de siglo XIX―(10) y, por el otro, las mujeres porteadoras melillenses, que corporizan la frontera hispano-marroquí al cruzarla de forma incesante cargadas de fardos(11). Así pues, aunque los paisajes fronterizos nos desagraden, marcan indefectiblemente la humanidad en el siglo XXI. Nos hace falta el coraje necesario para reconocerlos, criticarlos y gestionarlos. Como ocurre con todos los paisajes cotidianos, sean excepcionales o no.

Referencias

1. Tuan, Y.-F. (1974). Topophilia: A Study of Environmental Perceptions, Attitudes, and Values. Englewood Cliffs: Prentice Hall.

2. Amado, A., Trillo, J. M., y Paül, V. (2021). El tratamiento de la migración en los contextos fronterizos de Estados Unidos-México y Ceuta y Melilla por la prensa española. Treballs de la Societat Catalana de Geografia, 91-92, 9-32. Doi.org/10.2436/20.3002.01.209

3. Trillo, J. M., y Paül, V. (2015). Paisajes de frontera y narrativas postestatales. En T. Blanch (Dir.), Topografías invisibles: estrategias críticas entre Arte y Geografía (pp. 310-319). Barcelona: Universitat de Barcelona.

4. Ruiz, A., Akkerman, M., y Brunet, P. (2020). Mundo amurallado: hacia el apartheid global. Barcelona: Centre Delàs d’Estudis per la Pau. https://www.tni.org/files/publication-downloads/informe46_mundoamurallado_cast_centredelas_tni_stopwapenhandel_stopthewall.pdf

5. Sahlins, P. (1990). Natural Frontiers Revisited: France’s Boundaries since the Seventeenth Century. The American Historical Review, 95(5), 1423-1451. https://doi.org/10.2307/2162692

6. Paül, V. (2016). A Serra da Raia Seca nas geografias regionais galegas, espanholas e ibéricas de começos do século XX: entre montanha inventada e fronteira natural. En J. M. Trillo y E. Pires (Eds.): Fronteras en la investigación peninsular: temáticas y enfoques contemporáneos = Fronteiras na investigação peninsular: temáticas e abordagens contemporâneas (pp. 197-215). Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela.

7. Cidrás, D., y Paül, V. (2022, en evaluación). Rewilding Shouldn’t Be Reactive: Fragas do Eume Natural Park in the Face of an Invasive Alien Species.

8. Trillo, J. M., y Paül, V. (2016). Transboundary Protected Areas as Ideal Tools? Analyzing the Gerês-Xurés Transboundary Biosphere Reserve. Land Use Policy, 52, 454-463. https://doi.org/10.1016/j.landusepol.2015.12.019

9. Krichker, D. (2021). Making Sense of Borderscapes: Space, Imagination and Experience. Geopolitics, 26(4), 1224-1242. https://doi.org/10.1080/14650045.2019.1683542

10. Paül, V., y Trillo, J. M. (2014). La construcción literaria de los paisajes fronterizos. Una reflexión a propósito del Couto Mixto (Galicia y Portugal). Documents d’Anàlisi Geogràfica, 60(2), 289-314. https://doi.org/10.5565/rev/dag.120

Paül, V., y Trillo, J. M. (2015). Discussing the Couto Mixto (Galicia, Spain): Transcending the Territorial Trap Through Borderscapes and Border Poetics Analyses. Geopolitics, 20(1): 56-78. https://doi.org/10.1080/14650045.2013.857310

11. Krichker, D. (2021). Making Sense of Borderscapes: Space, Imagination and Experience. Geopolitics, 26(4), 1224-1242. https://doi.org/10.1080/14650045.2019.1683542

Krichker, D. (2020). They Carry the Border on Their Backs: Atypical Commerce and Bodies’ Policing in Barrio Chino, Melilla. Area, 52(1), 196-203. https://doi.org/10.1111/area.12569

 
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