El arquitecto paisajista holandés Adriaan Geuze lo dijo muy claramente: «Nosotros [los holandeses] sólo servimos para dos cosas: hacer crecer la tierra y luego pintarla». Otra citación aplicable a este contexto es del autor francés Michel Houellebecq. En su última novela (Serotonina) dice que «Holanda no es un país, como mucho es una empresa». Sin perder de vista estas dos citas, intentaré explicar cómo los holandeses abordamos el paisaje, con un enfoque que tiene que ver con la gestión del cambio, la adaptación, el ajuste, la resiliencia y la remodelación.
Los holandeses han creado ellos solos aproximadamente la mitad del país. Esta región tiene su origen en el Holoceno y consiste principalmente en pólderes y turberas (recuperados). Aquí, de hecho, la regulación del paisaje está impulsada por la gestión del agua, a diferencia de la zona del Pleistoceno de los Países Bajos, en el que el impulso proviene más bien de los desarrollos agrícolas. En el siglo XX, los suelos del Pleistoceno se volvieron a cultivar sobre todo con fines agrícolas. Hoy día, la política del paisaje se centra mayoritariamente en la reconfiguración de la conexión entre naturaleza y agricultura, y los lugares más valorados son casi siempre paisajes protegidos o reservas naturales. En los pólderes y las turberas de las tierras bajas, la política paisajística depende, como se ha dicho, de la gestión del agua. Y lo mismo con el uso agrícola de esta región de los Países Bajos: la producción lechera.
Actualmente, la remodelación de las zonas rurales para conseguir energía renovable y hacer frente al cambio climático es la fuerza motriz más amenazadora del paisaje holandés. Los paisajes característicos de los pólderes, bien conocidos y valorados internacionalmente, están especialmente amenazados. Dado que casi todo el territorio se encuentra bajo el nivel del mar, la subida del nivel de las aguas y el hundimiento de las turberas se han convertido en un peligro. Por desgracia, estas zonas son también el centro económico de los Países Bajos, ya que el 60% de los ciudadanos holandeses (10 millones de personas) viven en las tierras bajas. La política actual se centra en la adaptación al clima y la adecuación del paisaje al cambio climático. Luchando contra el hundimiento de la tierra por medio del bombeo, buscamos otro uso agrícola, que cambiará el paisaje tal como lo hemos conocido (y pintado) durante mucho tiempo.
La política paisajística (y de patrimonio) trata de encontrar un equilibrio entre la protección y el desarrollo en los estudios de caracterización, para que los responsables de la toma de decisiones tengan conocimientos sobre cómo se ha hecho frente al cambio en el pasado. El mejor ejemplo se puede ver en los paisajes fluviales del centro del país, donde los ríos europeos Rin y Mosa forman el paisaje más impresionante de Holanda. En el programa llamado «Espacio para el río» damos más espacio a los ríos para poder gestionar la subida del nivel de agua. En más de 30 localidades, se han tomado medidas para que las crecidas de los ríos sean más seguras. Conservando el carácter del paisaje (y su patrimonio), hemos conseguido mejorar la calidad paisajística en su conjunto.
El Convenio Europeo del Paisaje es un marco de actuación en diferentes ámbitos gubernamentales. En los Países Bajos, los municipios tienen una gran influencia en el paisaje como resultado de las políticas de planificación espacial y medioambiental. Como Agencia del Patrimonio Cultural (parte del Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia holandés) les proporcionamos conocimientos y sugerimos que las biografías del paisaje pueden ser una herramienta útil, especialmente cuando también se utilizan como instrumento de participación. A escala nacional, hacemos un seguimiento del paisaje teniendo en cuenta su relación con el cambio. Utilizamos SIG pero también monitorización fotográfica. Debido al factor constante de cambio, la monitorización del paisaje es ciertamente compleja, pero es necesaria para proporcionar la información adecuada sobre lo que está pasando a las personas responsables de tomar las decisiones y al público en general.
Todos nuestros paisajes son producto de cambios en el pasado. Tenemos una larga tradición en el diseño paisajístico, por lo que tengo plena confianza en el aspecto que tendrá nuestro paisaje en el futuro. ¡Dentro de cien años, será muy diferente de lo que pensamos ahora, eso seguro!
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